Primero fui un hechicero. Luego fui un ermitaño.
Durante tanto tiempo (por años que parecían durar eternamente) no podía soportar que me tocasen. Puse no sólo paredes, sino búnkers enteros de piedra para mantener a todos fuera, emocional y físicamente. Estaba protegido de la gente, de los fantasmas, de espectros reales e imaginarios. Por supuesto, yo estaba solo. Pero me sentí a salvo. Solamente, después de un tiempo, ya no estaba seguro si una vida vacía y totalmente “segura” era realmente digna de ser vivida.
Entonces apareció Tobin. De repente, desde mi pasado, con una invitación del rey que no me dejaría ignorar. Traté de aferrarme a mi aislamiento, pero él no se dio por vencido. Tobin nunca creyó en las paredes.
Durante tanto tiempo (por años que parecían durar eternamente) no podía soportar que me tocasen. Puse no sólo paredes, sino búnkers enteros de piedra para mantener a todos fuera, emocional y físicamente. Estaba protegido de la gente, de los fantasmas, de espectros reales e imaginarios. Por supuesto, yo estaba solo. Pero me sentí a salvo. Solamente, después de un tiempo, ya no estaba seguro si una vida vacía y totalmente “segura” era realmente digna de ser vivida.
Entonces apareció Tobin. De repente, desde mi pasado, con una invitación del rey que no me dejaría ignorar. Traté de aferrarme a mi aislamiento, pero él no se dio por vencido. Tobin nunca creyó en las paredes.
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