Neil Laverty tiene todo lo que quiere. Se ha convertido en una sensación de la noche a la mañana en la escena artística de Vancouver, él estaba buscando comprar una casa nueva, y tenía más dinero que lienzos medio acabados dando vueltas. Ahí es cuando su agente llamó para decirle que su tío lejano y ligeramente excéntrico, Seamus, le había dejado una gran herencia. Una herencia de 500 hectáreas, de hecho. Y así es como el chico de la ciudad, Neil, se encuentra en camino a los bosques de Canadá a un rancho donde no hay servicio celular, internet irregular y muchos insectos.
Por suerte para él, el capataz Steve Visser del rancho no es solo atractivo, él también está dispuesto para un poco de diversión sin-ataduras. Además, hay mucho espacio para que Neil pinte. Las cosas deberían estar bien. Pero ahí es cuando el alguacil local de Royal Canadian Mounted Police le informa a Neil que él está empezando a pensar que quizás Seamus no murió de una caída, que tal vez fue empujado. Y ahí es cuando el problema realmente comienza.
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