«Adrián, mi amor, ¿te acordás cómo era
nuestro departamento cuando recién nos mudamos? Ni cama de dos plazas
teníamos. Tuvimos que juntar nuestras tristes camas de hombres solteros y
llenar el hueco con almohadones. Me acuerdo y me da tanta risa, tanta
nostalgia. Qué jóvenes éramos. Y no nos importaba no tener cama de
matrimonio. No necesitábamos que ninguna cama nos confirmara que éramos
una pareja».
No hay comentarios.:
Publicar un comentario