Serie Clásico Omegaverse 2/4
1.- Cinder Omega
Como autores de Mpreg, en clásicos Omegaverse siempre pensamos en el mundo como podría haber sido: un mundo en el que alfas y omegas se enamoran, tienen bebés y pasan la vida juntos.
¿Y cómo estas historias de amor, de “érase una vez,” de “felices para siempre” se arraigan en nuestros corazones y mentes? A través de los cuentos que nos cuentan cuando somos niños. A través de los cuentos de hadas. Y a través de esas historias clásicas leemos en el colegio.
Queremos que nuestras alfas y omegas crezcan en un mundo donde estas historias también estén disponibles para ellos, ¡así que estamos contando esas historias de nuevo!
Bienvenido a Clásicos Omegaverse, donde puedes encontrar las historias que te encantan... con un giro Mpreg.
2.- El Omega Dormido
Había una vez un Rey y una Reina que estaban muy descontentos porque no tenían hijos. Todo lo demás que el corazón podría desear era de ellos. Ellos eran ricos; vivían en un paraíso maravilloso lleno de los tesoros más costosos; su reino estaba en paz, y su pueblo era próspero. Sin embargo, ninguna de estas cosas los contentaba, porque querían tener un hijo pequeño que amar y cuidar, y aunque habían estado casados varios años antes, ningún niño había acudido a ellos.
Todos los días, el Rey miraba a la Reina y decía: —Ah, sí solo tuviéramos un niño pequeño, tal vez incluso un omega, —y la Reina miraría al Rey y suspiraría, y ambos se sintieron muy miserables acerca de eso. Luego se ponían sus coronas de oro y se sentaban uno al lado del otro en sus tronos, mientras señores y damas y embajadores de otras tierras venían a rendirles homenaje, y tenían que sonreír con los labios en aras de la cortesía, pero no había alegría en sus corazones. Y esa es una de las mayores desventajas de ser un Rey o una Reina, que uno siempre tiene que ocultar sus sentimientos.
Ahora sucedió que un día la Reina fue a bañarse y, después de despedir a sus damas, bajó los escalones de mármol al agua y comenzó a jugar distraídamente con unos pétalos de rosa silvestres que habían caído al agua. De repente, escuchó una voz como graznido que decía—: Oh Reina, sé alegre, porque el deseo más querido de tu corazón se te concederá.
Gracias!
ResponderBorrarGRACIAS
ResponderBorrar