Geirr vio con horror como su hermano mayor, Olaf, se desplomaba en el suelo helado, herido de muerte. Ari Thorgillsson estaba sobre él, tambaleándose por el cansancio bajo el frío viento, el cuerpo de Olaf estaba manchado de sangre y su espada estaba chorreando sangre. El guerrero levantó la vista y por un momento, sus ojos se encontraron con los de Geirr.
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