Livres

...Con el llamado del Pastor, el joven miró hacia atrás, y todo el aire desapareció de los pulmones de Thomas. Forastero o no, Andre era impresionante. Una larga mandíbula angular, igual que el resto de su cuerpo. Labios carnosos, que las mujeres matarían por tener. Y ojos de un azul pálido, que se percibían de azul eléctrico desde el otro lado del patio. 

—Este es Thomas, el hijo de Amy —dijo el Pastor mientras se acercaban. Andre se enderezó, y pese a que fácilmente igualaba la altura de Thomas, se mantuvo como un animal asustadizo, listo para echar a correr en cualquier momento—. Thomas, este es Andre Nezat. Thomas le tendió la mano. 

—Es un placer conocerte. Un momento de duda. La mirada de Andre descendió a la mano de Thomas. Las pestañas largas, casi femeninas, se hicieron más visibles mientras se desplegaban en sus mejillas.
Solo que su cambio de atención hizo lo mismo con la atención de Thomas, que la llevó hacia abajo para captar la garganta expuesta del joven. En lugar de una sección homogénea que coincidiera con el resto de su cuerpo, el cuello de Andre era un mapa de cicatrices color hueso, contra su piel bronceada arrugada por el tiempo. Thomas retiro bruscamente sus ojos tan pronto como Andre levantó los suyos de nuevo, pero la curiosidad quemaba en su interior cuando al fin se dieron la mano. —Supongo que no sabes el lenguaje de señas —dijo el Pastor. —No. —No podía apartar la mirada. Andre no podía ser sordo. Había volteado al oír el sonido de la voz del pastor—. ¿No puedes hablar? Con un movimiento de cabeza, Andre buscó en su bolsillo delantero y sacó un pequeño bloc de notas, sus páginas dobladas y arrugadas por haber sido empujado en sus vaqueros en repetidas ocasiones. Un lápiz corto y grueso apareció como salido de la nada, y garabateó un mensaje que sostuvo frente a él. 

Si quieres que me vaya, lo haré...

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