Serie Bajo sus 贸rdenes 3/6
1.- Obedecer
Stonecrest tomaba omegas que hab铆an sido maltratados, usados o recuperados de la esclavitud y los convert铆a en ciudadanos funcionales. Era la 煤nica instalaci贸n de este tipo en Aurora. Los omegas en tratamiento aqu铆 estaban demasiado da帽ados para ser el “煤nico” para 茅l, sin importar cu谩n tentadores fueran sus aromas. Crawford necesitaba a alguien fuerte y seguro de s铆 mismo. Alguien ambicioso. Alguien dispuesto a dejarlo todo.
M贸nica lo condujo escaleras arriba y 茅l lo sigui贸 sin preguntar. Ella convers贸 interminablemente sobre la construcci贸n y las nuevas camas, y 茅l asinti贸 cuando era apropiado. Mientras caminaban, Crawford la observ贸 por el rabillo del ojo. Era una mujer de buen aspecto, piel oliva, impresionantes ojos marrones, cabello corto y con un corte elegante, pero por muy hermosa y lograda que era, ella no era la “煤nica”. A pesar de todo su entusiasmo y positividad, faltaba algo, algo que picaba debajo de la piel de Crawford lo suficiente profundo como para que 茅l no pudiera rascarlo. Algo como…
Crawford golpe贸 algo s贸lido. El algo jade贸.
Result贸 que el algo no era algo en absoluto, era alguien. Sin embargo, Crawford no necesitaba escuchar el jadeo para darse cuenta de eso. No cuando el olor hablaba por s铆 mismo.
2.- Mendigar
El nudo se infl贸 y Lucian Bracknell emiti贸 un suspiro estremecedor mientras se hund铆a de cara en sus almohadas. Durante un tiempo se qued贸 all铆, balanceando su erecci贸n contra el colch贸n, hasta que un movimiento espasm贸dico hizo que el nudo se deslizara m谩s profundamente y ejerciera presi贸n sobre su pr贸stata. Con un grito de estrangulamiento, Lucian se ech贸 hacia atr谩s y presion贸 contra 茅l.
Encontr贸 la liberaci贸n antes de que sus caderas aterrizaran en el colch贸n.
Hab铆a pocas cosas mejores que tardes perezosas como 茅sta. Solo en su peque帽o apartamento, Luc铆an dej贸 ir lo que estaba bien y lo que estaba mal para abrazar lo que estaba bien. Y trabajar a trav茅s de otra fantas铆a era m谩s que bueno: era org谩smico.
2.5.- Sloopy Seconds
Se mov铆a como un carrete a trav茅s de un Viewmaster, cada luz estrobosc贸pica otra imagen para contemplar. Cyrus mantuvo sus ojos siempre en 茅l, incluso cuando la multitud de bailarines se desplaz贸 y lo escondi贸 de la visi贸n directa. Con tantos cuerpos, su olor se ahogaba, pero Cyrus no necesitaba su nariz para saber d贸nde estaba Boy. Nunca lo mezcl贸 con la pista de baile…lo marc贸.
La m煤sica sacudi贸 las tablas del suelo y golpe贸 el pecho de Cyrus. Acos贸 sus o铆dos y lo priv贸 de sus sentidos. Sin embargo, 茅l observ贸, y a pesar de todo, esper贸.
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