Escribí este libro una vez. Fue en el año 2002. Tenía 19 años, melancólico y perdido, y entonces escribí las palabras para tratar de entender lo que había pasado. Un día, tal vez, dejaré que este libro vea la luz del día, dejaré que otros lo lean. Pero aun cuando han pasado 10 años desde entonces, cuando releí las palabras el dolor seguía tan fresco como ayer.
Probablemente sea un cobarde por exponer este libro en su lugar. Esta es la secuela, la menos dolorosa, tal vez la ligeramente esperanzadora conclusión de mi trágico comienzo.
Me dije a mi mismo que si distribuía este libro primero, si dejaba que la gente lo leyera, que de algún modo la oscuridad se disiparía. Que la gente podría sentir mi dolor, y que sería, al igual que yo, incapaz de superarlo. Me tomó mucho tiempo respirar, avanzar, sentirme como un ser humano de nuevo. Tuve
que cerrarme, aislarme, darle la espalda a mis sentimientos sólo para no ser absorbido por este gran abismo de dolor.
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