—¡Por favor, tiene usted que ayudarme! —no había otra manera de
describir mi voz, más que como un grito desesperado.El propietario de
Bubba-n-Sons Plumbing se rió entre dientes.Quería saltar a través del
teléfono y estrangularlo. —¡Esto no es divertido! ¡El agua sale
disparada hacia todas partes! ¡Es como si tuviera las putas Cataratas
del Niágara bajo mi fregadero! ¡No tengo suficientes toallas para
secarlo todo! ¡Mi suelo va a estropearse!—Lo siento —empezó Bubba, su
voz sobria y relajada en ese momento—. No es gracioso. ¿Ha cerrado la
llave del agua?—¡Soy informático hombre, no fontanero! —gruñí.
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