Érase una vez un rey.
Él era un joven rey, tenía sólo treinta
tres veranos, y gobernaba un reino pequeño, silencioso, no tenía ningún
mayor problema que una banda de ladrones ocasionales o un hechicero
cuyos hechizos estuvieran fuera de control.
Los padres del rey murieron cuando era
muy joven, dejándolo no sólo con un reino para gobernar, sino también
para mantener a dos hermanos. Dio su mejor esfuerzo, el joven rey, pero
siendo poco más que un niño no sabía mucho sobre la educación de los
niños.
Los hermanos crecieron sanos, hermosos
pero egoístas y desagradecidos. A pesar de que todos en el reino sabían
que no era culpa del joven rey, él se sentía culpable por cada error
cometido por sus hermanos.
Decidió que debían aprender los caminos
del mundo de una vez por todas y ganar el honor y el orgullo que les
faltaba, y para esto organizó una gran fiesta que se celebraría durante
dos días. Entonces dijo a sus hermanos que deberían, dentro de estos
dos días elegir un cónyuge, una nueva vida y aprender algo de ella, o
serían expulsarlos del reino.
Airados, los hermanos protestaron, pero el rey se mantuvo firme: el matrimonio o el exilio.
Muchas gracias por el libro.
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