“En un solo momento, tu mundo se puede hacer añicos, venirse abajo, romper con todo lo que en la sociedad se da como lo establecido. O quizá es en ese momento, cuando todo cobra sentido, cuando tu interior despierta gritando a la vida, cuando por primera vez te sientes vivo, todo se esclarece y te sientes correspondido.
Con una simple mirada, el regalo de una sonrisa o el volverse para una nueva comprobación, te pueden hacer la persona más feliz del mundo.
Había encontrado a esa persona, a esa persona que te calienta por dentro, que te hace preguntarte cosas como: ¿qué le gusta?, ¿dónde vive?, ¿qué música escucha?. ¿Qué come?, ¿será vegana?, ahora que está tan de moda. ¿cuál será su animal preferido?, ¿tendrá ya una mascota?, o lo que es casi lo mismo, ¿hermanos?. Tiene que tener mi misma edad, ¿va a asistir a mis clases?. Esta era la primera pregunta que se me resolvió. Casi comienzo a bailar de alegría cuando vi que entró en mi clase.
Un ¡sí!, medio acallado por mi puño es lo único que se me escapó, el baile lo dejaría para más tarde.”
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