La evolución sexual del cosmonauta perdido.
Cuando queda abandonado en un planeta extraño, el cosmonauta Vernon Attwater piensa que su único problema posiblemente es terminar como excremento de reptil— especialmente cuando el reptil que lo persigue parece salido de una vieja película de ciencia ficción. Lo que no sabe es que el alienígena que le salva la vida está a punto de complicar las cosas en formas que nunca imaginó... formas que le hacen suspirar, jadear, gemir y ahogarse de placer. Aun así, tiene la certeza de poder controlar sus propios deseos, teniendo en cuenta que nunca antes ha sentido tales deseos, a pesar de que el alienígena puede parecer andrógino pero sin duda es un hombre en todos los sentidos que importan.
Cresszna parece tener otras ideas y es bastante persistente. No ayuda que Vern sepa que está enviando señales contradictorias. Sigue diciendo que no, aun cuando su cuerpo está diciendo que sí y se siente muy impactado por la abrumadora sensación de pérdida cuando al parecer Cresszna está dispuesto a aceptar su rechazo.
No regresaría a casa y Cresszna era la única forma humanoide de vida inteligente con la que se había topado. En verdad la vida — y el sexo— con el alienígena podrían ser tan malos, sobre todo con las sensaciones que Vern experimentó y que no sabía que era capaz de sentir. El problema es que parecía haber un precio que pagar si quería ser el compañero de Cresszna— uno que era aún más asombroso que las cosas extrañas que había descubierto hasta ahora en este planeta.
Cuando queda abandonado en un planeta extraño, el cosmonauta Vernon Attwater piensa que su único problema posiblemente es terminar como excremento de reptil— especialmente cuando el reptil que lo persigue parece salido de una vieja película de ciencia ficción. Lo que no sabe es que el alienígena que le salva la vida está a punto de complicar las cosas en formas que nunca imaginó... formas que le hacen suspirar, jadear, gemir y ahogarse de placer. Aun así, tiene la certeza de poder controlar sus propios deseos, teniendo en cuenta que nunca antes ha sentido tales deseos, a pesar de que el alienígena puede parecer andrógino pero sin duda es un hombre en todos los sentidos que importan.
Cresszna parece tener otras ideas y es bastante persistente. No ayuda que Vern sepa que está enviando señales contradictorias. Sigue diciendo que no, aun cuando su cuerpo está diciendo que sí y se siente muy impactado por la abrumadora sensación de pérdida cuando al parecer Cresszna está dispuesto a aceptar su rechazo.
No regresaría a casa y Cresszna era la única forma humanoide de vida inteligente con la que se había topado. En verdad la vida — y el sexo— con el alienígena podrían ser tan malos, sobre todo con las sensaciones que Vern experimentó y que no sabía que era capaz de sentir. El problema es que parecía haber un precio que pagar si quería ser el compañero de Cresszna— uno que era aún más asombroso que las cosas extrañas que había descubierto hasta ahora en este planeta.
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